Fútbol
¿Cómo hicieron los billonarios rusos para reconquistar el Viejo Continente?
Es la historia en imágenes del Chelsea y del Mónaco sobre cimas de montañas de petrodólares.
¿Cuál es la conexión entre el nuevo súpercrack mundial Kylian Mbappé y el mercado internacional de materias primas, como el petróleo y el gas?
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Todo comenzó con un desconocido club ruso llamado Anzhi Makhachkala, que fue comprado por un misterioso billonario ruso (camisa a cuadros) en 2011.
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Su nombre es Suleyman Kerimov y su fortuna fue amasada extrayendo potasa (hidróxido de potasio), un compuesto químico usado para fabricar jabón.
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La empresa de Kerimov llegó a producir el 70% de toda la potasa del mundo, y su fortuna dio para fichar a Roberto Carlos pagando 10 millones de euros al Corinthians.
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Además, el Anzhi Makhachkala fichó a Samuel Eto'o y a Willian haciéndolos los futbolistas mejor pagados de todo el mundo.
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Pero en 2013 la empresa de Kerimov especuló en los mercados bursátiles disminuyendo el precio internacional de la potasa. El Anzhi se quedó sin dinero y malbarató a su plantilla.
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El dueño del Chelsea, Roman Abramovich, compró a Willian y a Eto'o negociándolos directamente con su compatriota Kerimov.
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A su vez, Abramovich amasó su riqueza con su propia empresa petrolera, Sibneft.
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Abramovich hizo una venta estratégica en 2005: vendió Sibneft a Gazprom (la mayor empresa energética de Rusia) y diversificó sus inversiones.
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Abramovich ya no despilfarra su dinero como antes. En la temporada pasada fichó al mejor jugador de la Premier, N'Golo Kanté, por 35 millones (mientras el Manchester City se gastó más de 200 millones cumpliendo las exigencias de Guardiola).
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El italiano Antonio Conte llegó a trabajar con la plantilla que ya estaba disponible y (literalmente) sacó petróleo de las piedras.
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El Chelsea logró su quinto campeonato de Premier League en un año donde el City y el United echaron la casa por la ventana.
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Abramovich ha ido rodeándose de gente de fútbol (a la izquierda aparece Leonid Slutsky, extécnico de Rusia y del CSKA de Moscú)
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Volviendo a Kerimov y al Anzhi, uno de sus socios en el negocio de la potasa fue el también ruso Dmitry Rybolovlev, dueño del AS Mónaco desde 2011.
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Rybolovlev adquirió a la escuadra monegasca en 2011, cuando esta jugaba en segunda división.
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Con el ascenso a la Ligue 1 de Francia, Rybolovlev gastó más de 60 millones de dólares por Radamel Falcao.
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En total, gastó más de 200 millones en fichajes. Pudo hacerlo porque la potasa aún cotizaba alto en Wall Street y otras bolsas de valores.
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La depreciación de la potasa afectó al Mónaco, que aprovechó el interés del Real Madrid por James Rodríguez para venderlo por 80 millones y equilibrar sus finanzas.
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Con menos dinero, el Mónaco apostó por la juventud de promesas como Anthony Martial, Thomas Lemar y el súpercrack internacional Mbappé.
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El Mónaco de Rybolovlev acabó con la hegemonía de cuatro campeonatos seguidos del París Saint-Germain.
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Justo como Abramovich desafía a los árabes del Manchester City, Rybolovlev está desafiando a los cataríes del PSG.
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El nuevo billonario ruso de moda es el dueño del Spartak de Moscú: Leonid Fedun. Es un exmilitar que también amasó su fortuna en la industria del petróleo.
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El brasileño Luiz Adriano estaba a punto de irse a China vendido por el Milán, cuando de pronto Leonid Fedun disparó un cañonazo de billetes para llevárselo a Moscú.
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Tras 16 años sin título, el Spartak de Moscú nuevamente es campeón de la Premier Rusa.
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